jueves, 28 de abril de 2011

Lo que el Bosque Esconde

Tan solo diez minutos de la media noche y despertó en mitad de la nada. Tan solo el olor a hierba mojada, o el de los pinos encinas y abetos que le rodeaban. Y su única compañía, el frío invierno… su mayor enemigo.

Medio mareado consigue ponerse en pie, pero su primer intento solo vale para quedarse sentado, un logro para el estado tan lamentable en el que se encuentra, así que mientras tanto, intenta de alguna forma pensar que lo mejor que puede hacer es esperar a que se le pasa el aturdimiento e intentar saber como ha llegado hasta allí.

Echa una mirada a su alrededor entre fuertes dolores de cabeza y cervicales echando una mano sobre su cuello, el cual no podía ni mantenerse rígido. Encuentra una botella de Jack Daniel’s vacía. Ahora al menos sabe a que se debe su fuerte dolor de cabeza.

El olor del bosque se aleja y su olfato y su garganta emanan un olor a alcohol que le hace tener arcadas provocándole un dolor muy fuerte en su cabeza que le hace gritar mientras cae de espaldas a cielo abierto.

Cierra los ojos y cae semidormido durante unos minutos, sintiendo un fuerte martilleo en su sien, causado por los latidos de su corazón. Ese momento es casi placentero en comparación a los vividos instantes antes.

Pasado un breve espacio de tiempo, se levanta muy lentamente sin movimientos bruscos hasta quedarse completamente de pie y aunque mareado y aturdido, consigue dar algunos pasos hacía una luz borrosa que se ve al final de los árboles.

Es un gran esfuerzo el que realiza y necesita tomar algo de aliento para continuar. Echa mano de sus bolsillos en busca de un pitillo, pero un pinchazo en la cabeza le recuerda que no esta en condiciones de dar ni una sola calada.

Tras un minuto de descanso continua su camino como puede, intentando mantener sus pasos lo más rectos y firmes posibles. Lo único que su mente es capaz de pensar es que en cuanto llegue a esa luz, es muy posible que sea capaz de saber donde se encuentra y pueda emprender el camino a casa.

Una ducha bien caliente y un descanso en una cama durante unas horas, sentir su cuerpo masacrado entre sabanas y mantas que le den la medicina que necesita y levantarse por la mañana con mejor aspecto. Quizás entonces logre comprender como llego hasta ese bosque en tan lamentable estado.

Hace otra parada a pocos metros del campo abierto y con la visión borrosa comienza a discernir más de un luz y algunas voces lejanas, como si de una discusión entre personas se tratase.

Con suerte el camino a casa podrá ser más rápido, si tienen algún vehiculo para llevarle. Pero antes de que acabe de imaginar todo eso, una masa pesada cae encima de el y una voz desconocida grita – He encontrado a alguien!!! Rápido, venid aquí!! –

El apenas puede moverse y aunque pregunta, que es lo que ocurre? Ni al extraño atacante ni al resto de personas que se aproximan, parece importarles mucho contestarle.

- Vamos ponedle las esposas- Comenta uno de los hombres que estaban sobre el. Y esposado siente como le levantan con violencia, enfocando su maltrecho rostro ensangrentado con varias linternas de una fuerte intensidad.

Poco a poco comienza a ver mejor mientras camina casi arrastrado por los hombres que le llevan a unos vehículos que se ven en el camino, entre ramas y arbustos frondosos.

Finalmente llegan al camino y su cara es todo un poema cuando ve sobre los techos de aquellos vehículos sirenas azules y el nombre de “POLICIA” en la puerta, e impacta con su cuerpo sobre el frío metal de su carrocería, mientras aquellos agentes murmuran entre ellos.

Le dan la vuelta y le dejan apoyado sobre el coche policial. Un agente se queda a dos metros de el vigilándole, mientras el resto se movilizan una vez más hacía los árboles de donde lo habían sacado.

Medio aturdido aún por todo aquel momento, miró hacía los lados, pudiendo contar hasta cinco coches policiales y una ambulancia. Miró hacía la posición del agente que tenía delante custodiándole y le pregunto: Qué ha ocurrido? No recuerdo nada… Qué ha pasado? Porque me han puesto unas esposas?

El agente lo único que hizo fue mirarle y poniendo un dedo en la boca le mando callar en silencio.

Al poco rato vio como llevaban un cuerpo tumbado en una camilla hacía la ambulancia, su cuerpo se estremeció y el frío congeló sus músculos. Enseguida comprendió que algo había ocurrido y que el tenía todos los números de ser el culpable, aun sin recordar nada de lo ocurrido.

Un agente bien vestido ordenó que le llevasen hasta el cadáver. Aterrorizado y sujetado de ambos brazos fue llevado hasta la ambulancia. Una vez allí, notó las miradas que lo sentenciaban como culpable de lo ocurrido.

El medico forense allí presente levantaba la sabana ensangrentada que cubría el cuerpo de una mujer joven. Los ojos abiertos y desencajados. El cuerpo acuchillado en su mayor número en el abdomen.

Una mujer con la que el había compartido los últimos seis meses, yacía asesinada ante sus ojos en aquel lugar. Y él había sido encontrado muy cerca de la fallecida.

-Lleváosla- Dijo el agente y mientras le leían sus derechos, aquel hombre congelado por el momento, miro fijamente la funda de uno de los agentes y sin pensarlo dos veces, le quito el arma y con un grito de ira, se apunto directamente a la boca, volándose la cabeza y cayendo al suelo muerto, rodeado de policías... y silencio.


Kurgan

jueves, 14 de abril de 2011

El Arrecife (The Reef)

Valoración: 7/10

Desde las antípodas llega este film de terror firmado por el director Andrew Traucki con el  que se consolida ya dentro de este subgénero de horror con animales. Nos llevó a los pantanos australianos con su anterior film “Black Water”, centrado en un grupo sitiado por cocodrilos y ahora nos arrastra a aguas más profundas y a escalofríos y tensión más inquietantes en compañía de tiburones.

El argumento, que parte de acontecimientos reales,  es sencillo. Un grupo de amigos que parte en barco a visitar, en Australia, uno de los arrecifes más hermosos del mundo, una tragedia que no se hace esperar. Como todo lo bello, los corales tienen doble filo y la embarcación termina naufragando. Dudas, discusiones entre el grupo superviviente, y una arriesgada decisión, nadar hasta la incierta costa más cercana…  El trayecto no puede ser más duro, ni más solitario… hasta que una presencia bajo las cristalinas aguas, un gran tiburón blanco decide acompañarles.

Este proyecto poco o nada tiene que ver con otros tantos “basados en hechos reales” de pobre factura, efectismos baratos y nulo interés. En “The Ref.” encontramos un guión verosímil, unas filmaciones acuáticas de gran calidad, unas interpretaciones más que aceptables… una conjunción de ingredientes equilibrada que consigue una atmósfera de autenticidad que traspasa la pantalla, un halo de inquietud que hace que el espectador sufra con los náufragos hasta el último instante.

Mucho se ha comparado este film con la no muy lejana en el tiempo “Open Water”, ambas parten de premisas similares, hechos acontecidos en la realidad, bajo presupuesto… pero, para mi gusto, pese a que el trabajo que nos presenta Andrew Traucki es más cinematográfico y menos documentalista (aspecto al que se le presupone dotar al film de más autenticidad e implicación por parte de la audiencia, y era una baza con la que jugó “Open Water” para su producción y campaña publicitaria) su atención al detalle, a la atmósfera, coherencia y verosimilitud de cada aspecto mostrado, técnico o interpretativo, la sitúa muy por encima de su antecesora en credibilidad, ritmo y generación de catarsis en aquellos que se atrevan a sumergirse con él en estas aguas mortales.

Sorprendentemente recomendable, una prueba de que el subgénero del terror con animales, y especialmente con tiburones, no ha muerto, aún resta terror bajo las insondables aguas.

Enoch.

Sádica Ira


La noche hizo gala se de su presencia, mientras acababa de rebanarle el cuello a otro hijo bastardo de Kranc, la sangre salía muy fluida y a la luz de la luna su brillo incesante, hacía aun más bello aquel cadáver mutilado.

Camino entre cuerpos destrozados en el campo de batalla, veo algunos que aun intentan moverse malheridos entre vísceras y sangre. Y eso aun me llena más de ira y levanto mi hacha descuartizándolos como si fuera un suculento banquete.

El olor a podrido, el rojo rubí que tiñe los cuerpos de destrucción en las colinas de la muerte. Y un guerrero bastardo de Kranc que intenta levantarse, dejo caer mi hacha y camino con la mirada perdida en su miserable escultura hasta atravesarle su mísero corazón con mi espada. El crujido de sus costillas al quebrarse y sus ojos desorbitados… qué paz ahora que yaces mal nacido, no intentes gritar. Acaso no ves que las almas muertas no pueden ayudarte? Entonces si no ves porque abres tanto los ojos? Acaso quieres ver a Dios? Cae sucio bastardo que si alguna vez tu corazón robaron, el culpable fui yo.

Allí deje su pecho rajado y me lleve conmigo su corazón aun caliente entre mis manos, quizás su dulce esposa quiera guardarlo para el recuerdo.
Recogida mi hacha, camino sin nadie más a quien poder quitar su último aliento, pues todos yacen sin vida. Ahora tomare un respiro, mientras las emociones y los deseos de mutilación se desvanecen a cada instante para darme un momento de paz.
Que nadie osa tocarme, que nadie osa hablarme porque este es mi reino, mi hogar y aunque la sangre mancha este paraje de bosques frondosos, el rubí también es bello y las colinas de la muerte son mi oscuridad más sádica. 

Kurgan