miércoles, 16 de marzo de 2011

La Piedra Filosofal


Posiblemente uno de los más grandes secretos de la alquimia: La Piedra Filosofal. Según los expertos, la piedra filosofal es el culminar de la Gran Obra Alquímica. Pocos fueron los alquimistas que tuvieron la fortuna de contemplarla y de aquellos que lo hicieron, o que sepa, apenas uno de ellos dejó su testimonio visual. Se suele calificar a la gema hermética como «un cuerpo misterioso».

Sus orígenes parecen estar en una antigua teoría alquímica que proponía analizar los elementos Aristotélicos en términos de sus cuatro "cualidades básicas": calor, frío, sequedad y humedad. El fuego sería caliente y seco, la tierra fría y seca, el agua fría y húmeda y el aire caliente y húmedo. Más aún, la teoría propone que cada metal es una combinación de los cuatro principios. Aunque se debe resaltar que después llegaron a la conclusion que los elementos eran azufre, plomo y oro.

De ella se desprende el fenómeno de transmutación, es decir, el cambio de la naturaleza de un elemento en función del cambio en sus cualidades. La piedra filosofal, o elixir de la vida era algo ansiosamente buscado y codiciado porque se le suponían virtudes maravillosas, no sólo la de conseguir el oro sino la de curar algunas enfermedades y otorgar la inmortalidad.

El término piedra filosofal significa, según la lengua sagrada, piedra que lleva el signo del sol. Ahora bien; este signo solar viene caracterizado por la coloración roja, la cual puede variar de intensidad. En cuanto a su peso, es mucho mayor que lo que corresponde a la cantidad.

Algunos repiten: Se funde a la llama de una candela. Por esta razón, le han llegado a dar el nombre de gran cera roja. A estos caracteres físicos, la piedra une poderosas propiedades químicas: el poder de penetración o de ingreso, la absoluta fijeza, la inoxidabilidad que la hace incalcinable, una extremada resistencia al fuego y, por fin, su irreductibilidad y su perfecta indiferencia respecto a agentes químicos.

La piedra filosofal se nos ofrece bajo la forma de un cuerpo cristalino, diáfano, de masa roja y amarillo después de su pulverización, que es denso y muy fusible, aunque fijo a cualquier temperatura, y cuyas cualidades propias lo hacen incisivo, ardiente, penetrante, irreductible e incalcinable. Añadamos que es soluble en el vidrio en fusión, pero se volatiliza instantáneamente cuando se proyecta en un metal fundido. He aquí, reunidas en un solo cuerpo, propiedades fisico-químicas que lo alejan de modo singular de la naturaleza metálica y hacen su origen muy nebuloso.

Obtenida en forma salina, multiplicada o no, tan sólo es útil para la curación de las enfermedades humanas, la conservación de la salud y el crecimiento de los vegetales. Soluble en todo licor espirituoso, en solución toma el nombre de oro potable (aunque no contenga el menos átomo de oro), porque afecta un magnífico color amarillo. Su valor curativo y la diversidad de su empleo en terapéutica hacen de él un auxiliar precioso en el tratamiento de las afecciones graves e incurables.

No ejerce acción alguna sobre los metales, salvo el oro y la plata, con los que se fija y a los que dota de sus propiedades, pero, en consecuencia, no sirve de nada para la transmutación. Sin embargo, si se excede el número limite de sus multiplicaciones, cambia de forma y, en lugar de recobrar el estado sólido y cristalino al enfriarse, permanece fluida como el azogue y absolutamente incoagulable. En la obscuridad, brilla entonces con un resplandor suave, rojo y fosforescente cuyo brillo se mantiene más débil que el de una lamparilla ordinaria.

Finalmente, si se fermenta la medicina universal sólida con oro o plata muy puros, por fusión directa, se obtiene el polvo de proyección, tercera forma de la piedra. Se trata de una masa translúcida, roja o blanca según el metal escogido, pulverizable, apta tan sólo para la trasmutación metálica. Orientada, determinada y especificada en el reino mineral, es inútil y no puede actuar en los otros dos reinos.
-May-

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