martes, 18 de enero de 2011

La Semilla del Mal (The Unborn)

Valoración: 4/10

    David S. Goyer dirige esta cinta de terror que ha pasado sin pena ni gloria por nuestras carteleras, esta amalgama de clichés del cine de género que en un primer vistazo resultaba atrayente y tras su visionado, engañosa.

    “The Unborn” (o “La Semilla del Mal” como se ha titulado absurdamente en nuestro país) nos narra las desventuras de una joven con un misterioso pasado y secretos familiares que un buen día comienza a tener visiones, el más allá comienza a manifestarse en su vida y en la de los que le rodean con cada vez más violencia. Hablamos de un mal cada vez más físico, que no tiene otro afán que hacerse corpóreo a toda costa. La protagonista, Odette Yustman, habrá de impedirlo y no escatimará esfuerzos en luchar contra ello unida a su novio (Cam Gigandet) y a un experto en el tema (Gary Oldman).

    Pese a un argumento con posibilidades, “The Unborn” resulta un producto poco efectivo. Su mayor debilidad estriba en la nula originalidad de su puesta en escena, son tantas las imágenes, tantos los recursos copiados de grandes éxitos del terror, que si bien no aburren, nada aportan… en todo caso regalan al espectador un juego de adivinación de alusiones a otras películas de terror, porque haberlas, las hay a patadas: “El exorcista”, “La Maldición”, “La profecía”…etc.
    Continuando con las debilidades de este film apuntaremos a sus nada destacables actuaciones. Igualmente, el guión realiza un viaje un tanto escabroso e irregular para terminar siendo extremadamente previsible… se suceden en él las incoherencias y los reclamos baratos (carnaza por doquier)… y finalmente terminamos el visionado de la cinta hastiados, pues la evaluación de la misma es meramente “vulgar” pese a que tiene un par de momentos brillantes, un par de sustos, pero nada memorable.

    En conclusión, una pelí que mucho prometía (entre otras cosas por la presencia de Gary Oldman entre el reparto, cosa que tras haber visto esta película nadie entiende) y que al final ha resultado un fiasco. Innegablemente entretenida, pero directamente olvidable. Para una tarde de domingo de resaca y poco más.
Enoch.

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